lunes, 18 de mayo de 2009

SUEÑOS ALCANZADOS


La escena se repite diariamente en el aeropuerto Internacional Jorge Chávez de Lima, la capital: abrazos y lágrimas de familias enteras despidiendo a uno de los miles de peruanos que parten hacia otro país en busca de las oportunidades que no encuentran en el suyo. Las causas pueden ser muchas, pero la más recurrente es la exclusión social y económica en que viven muchos peruanos, sin posibilidades de estudiar ni de trabajar.

El informe “Peruanos en el Exterior” presentado por la Cancillería peruana, señala que más de dos millones de peruanos viven fuera del país. Estados Unidos concentra la mayor cantidad de inmigrantes de nuestro país. Y es en ese lugar es en el que se encuentra nuestro compatriota, Gonzalo Vizconde Iparraguirre, el dejo nuestro querido Perú hace 18 años para buscar una oportunidad laboral, terminó sus estudios de administración de empresas, y como todo joven, lleno de ilusiones y sueños, emprendió la búsqueda de un trabajo, no le fue muy bien y debido a la crisis que atravesaba el Perú, decidió partir a los Estados Unidos para encontrar un futuro mejor , y si que lo encontró, hoy vive en una cómoda casa en Village Sun 1379 Ygnacio Valley Rd 206 - San Francisco (California), donde encontró diversas oportunidades laborales, superación, etc. Pero una de las principales fue que encontró el amor de su vida Carline Agwhid Morgan, norteamericana de 36 años de edad, arquitecta de profesión, quien se dejo llevar por los encantos peruanos, fruto de ese amor, esta pareja tiene dos hijos: Bryan Gonzalo Vizconde Agwhin (7) y George Harrins Vizconde Agwhin (4).

Cuándo decide irse a los Estados Unidos?

Bueno, yo decido irme cuando tenía 21 años, a pesar de las estadísticas que indicaban que la mayoría de los que se van del país son jóvenes y que esto preocupaba a las autoridades. Porque no sólo pierde el país la oportunidad de aprovechar nuestro talento y capacidades, sino que muchos de nosotros formamos nuestra familia y tenemos nuestros hijos en el exterior.

¿Cómo ha sido su travesía en EE.UU?

En Perú vivía en Trujillo-San Andrés, con mi familia, viviendo una situación critica, al no ver los frutos de mi profesión, no me quedaba más remedio que salir del país, fue una alternativa, o mejor dicho una decisión que tome debido a todo lo estaba atravesando, me propuse viajar a los Estados Unidos y lo logré, me fui con mi familia a Lima y como todas las despedidas, la mía fue triste, la verdad es que yo me fui apenado, pero la fuerza que me daba ánimos es que en ese país iba a encontrar lo que nunca iba a hallar en el Perú.

¿Cuál fue la primera impresión de ese país?

La verdad es que yo iba un poco preparado, pues, converse antes de irme con varios amigos y familiares que estuvieron en el extranjero, y ellos me informaban como era la forma de vida en este país, era muy ordenado y que había mucha seguridad, pero uno nunca sabe bien las cosas, hasta las ve con sus propios ojos, la primera impresión para mi, fue una escena de asombro, porque al ver a muchas personas con un ritmo de vida agitado y todo su tiempo controlado, a parte de eso la limpieza, no solo de las calles sino el orden de los automóviles, el tránsito y diversas cosas que me llamaron la atención como “recién llegado” (risas) .

¿Qué es lo que más extrañaste de Perú en especial tu tierra, Trujillo?

En realidad esa pregunta me hace recordar, días fuertes, respecto a mis emociones, cuando llego a USA primero me aloje en la casa de unos amigos en Los Ángeles, y a pesar de estar cerca a mis amigos, no sopesaba, la tristeza al extrañar a mis padres a mis hermanas en fin, pero lo que mas extraño es la sazón de mi mamá, la comida peruana, es lo máximo de verdad, extrañaba también las reuniones con mis amigos, la chacota, hasta la televisión local extrañaba, y de Trujillo que también es lo máximo, el sol de Huanchaco, ¡el cebiche!, los días maravillosos, estar con la gente muy amigable y carismática de Trujillo, es realmente lo que se extraña, como el dicho: Uno nunca sabe lo tiene hasta que lo pierde. Pero gracias a Dios todas esas cosas siguen allá, aún no las he perdido y puedo ir a visitarlas.

¿Cuál fue tu primer empleo, y cuál es el actual?

Cuando uno viene y quiere trabajar, hace de lo que sea, para ganarse unos dólares, la verdad, es que la calidad de vida aquí es muy diferente, por ende los productos y servicios son mas elevados, me refiero al costo, entonces yo tenía que vérmelas, y como surgir, a pesar de que soy administrador de profesión, trabaje de mozo, en limpieza, en grifos, en diferentes oficios, hasta que me encontré con un médico peruano, que al igual que yo, empezó por hacer mil oficios hasta llegar donde esta ahora, el me ayudo a entrar como asistente administrativo en la empresa Micronics Associates y ahí en ese empresa a base de esfuerzo, logro aprender muchas cosas que hoy me sirven en mi puesto como Asesor Administrativo en la empresa Nexpro Redor.

¿Cómo conociste a tu esposa?

A Carline, la conocí aunque no lo creas cuando era mozo, recuerdo que ella fue con unas amigas a tomar algo, la atendí, me llamo la atención y creo que eso fue recíproco, cuando se fue del restaurante, me arme de valor y le dije que si iba a volver, no me respondió pero ella regresó varias veces, en oportunidades no la atendía, y era imposible hablar con ella, al poco tiempo, me cambie de trabajo y no la volví a ver, cuando estaba trabajando para Micronics Associates, entro de practicante y ella me reconoció como el mozo de aquel restaurante, ahora que nos habíamos rencontrado, no iba a perder la oportunidad, tuvimos un largo romance, nos casamos y ahora por mi trabajo y el de ella que es arquitecta, nos mudamos a San Francisco- California, donde nos encontramos muy bien a lado de nuestros dos hijos, Bryan Gonzalo Vizconde Agwhin (7) y George Harrins Vizconde Agwhin (4).

¿Hace cuánto tiempo no regresas al Perú?

Estuve en el Perú para la navidad del año 2007, hace poco, pero pienso regresar en el 2011, me comunico con mi familia, casi diariamente, mi madre y padre han tenido la oportunidad de venir hasta aquí y disfrutar en familia algunos meses, mi intención es que se queden, pero la verdad es que ellos, no se acostumbran, extraño a mi país, extraño a mi gente, pero aquí encontré a mi familia y a este país (EE.UU), le debo mucho, pero lo principal es que nunca olvidaré que soy peruano.

sábado, 16 de mayo de 2009

POBREZA Y DESIGUALDAD








Día tras día políticos y periodistas nos repiten que la economía del país está cada vez mejor, que crecemos más que nadie en Latinoamérica. Pero cuando miramos a nuestro alrededor, todavía encontramos carencias y pobreza. Y Trujillo es una ciudad que no es ajena a este problema, entre el año de 1993 y 2000 se incremento el índice de migrantes en nuestra ciudad, lo que ocasiono superpoblación, en esta ciudad, los migrantes, no tenían que optar por mas que irse a vivir en las faldas de los cerros, o invadir terrenos, esto, ocasiono como todos ya sabemos la pobreza y la desigualdad, es decir la pobreza nunca dejo de existir pero se sintió mas en nuestra cuidad a partir de este fenómeno migratorio.

Miles de casos de pobreza existen en todo el mundo, y lamentablemente, no solo les acompaña la pobreza, sino las enfermedades y una serie de dificultades que agravan su situación, este es el caso de una mujer en el que se puede resumir la pobreza y sus consecuencias, pero que como el esfuerzo nunca esta de mas, gracias a este se puede contrarrestar este mal social.

Melita Inuma Yupe es una mujer de treinta y cinco años de edad, vive en el asentamiento humano Luz Divina en La Perla , lucha diariamente a pesar de las carencias y pruebas que la vida le ha puesto, ella trabaja de recicladora para sostener la educación de su menor hija, Alexandra de tan solo cuatro años de edad. La vida para esta señora ha sido muy dura en sus inicios, cuando vino desde Balsapuerto, una comunidad indígena perteneciente a los chayawitas, a sufrido la pobreza en carne propia, y la discriminación por tener otra lengua, cuando le pregunte que me contara su experiencia, recordó con mucha nostalgia que muchas veces no tenía que comer, ni siquiera tenía una moneda de diez centavos, y lo peor es que ha veces su niña tampoco comía. Ella me comento que el padre de su hija la abandono cuando supo que ella estaba embarazada, me comenta que se sintió muy mal y que casi pierde a su hija, prefiere no hablar del tema.

Todos los días sale de casa a las cinco de la mañana, costal en mano para recolectar botellas de plástico, vidrio y cartón exponiéndose ante miles de enfermedades, que le puede producir esculcar, entre la basura para encontrar algo que le pueda servir, exponiéndose a que los vigilantes, le llamen la atención y la discriminen por abrir las bolsas de basura, y exponiendo a su hija a una serie de peligros por dejarla sola en su pequeño hogar.




Ella recolecta hasta las 9.00 de la mañana y luego vende lo recolectado, para sacar un promedio de ocho a trece soles y llegar con algo, para darle a su hija, que la espera hasta las diez de la mañana sin haber probado bocado.
Muchas desigualdades son injustas y deben terminar, pero lo importante es que todo ser humano disponga de suficiente comida, agua potable, ropa, techo, vacunas, vitaminas; y esto es algo que se puede lograr, gracias al esfuerzo que cada uno pone en la vida. Ya en la tarde Melita, sale a comprar insumos para preparar papas rellenas, que luego irá a vender en las afueras del colegio José Faustino Sánchez Carrión (G.U.E)

Ahí se queda hasta las ocho de la noche, su pequeña la acompaña en el camino a casa, con unos cuantos centavos, para seguir sobreviviendo y continuar con la ardua rutina.
La historia de Melita forma parte de un “diagnóstico real y fiable”, ella realiza todo este esfuerzo para tratar de dar salida de aquellas situaciones de pobreza extrema que muchas familias de Trujillo viven desde hace generaciones.

Federico Arpasi Rodríguez tiene 86 años de edad y muy poco que echarse a la boca. Viste una camisa amarilla y un pantalón que supongo que algún día fue azul, hoy luce desgastado. Se mantiene lúcido a pesar de la edad, aunque ya no recuerda desde cuándo su poblada cabeza y sus espesas cejas comenzaron a vestir las primeras canas. El paso de los años le tintaron de gris el pensamiento.

Federico estrecha la mano con fuerza. El tacto de sus huesudas manos habla de años de trabajo y de campo. Sus uñas están colmadas de arena. Aún y cuando su débil mirada ya no distingue más quien esta a su lado. Todavía se mantiene fuerte; tengo mucha energía, afirma sonriente y olvidando por un momento a su esposa quien ha perdido la vista del ojo izquierdo, está muy enfermita y que la casa carcomida en la que sobreviven quizá no aguante una lluvia más. “Cuando Diosito lindo le da a uno esta vida...” hay que aceptarla como viene, afirma sin terminar la frase, cabizbajo y resignado a su suerte final, pero manteniendo al frente el orgullo que le brinda la dignidad. Y que gracias a una mísera pensión puede sobrevivir el y su esposa.

En el Perú, la verdad se oculta porque parece mentira. Aunque para 60 millones de peruanos vivir en el umbral que separa la pobreza y la miseria extrema se ha convertido en una realidad cotidiana.

Y es una realidad dolorosa, pero con esfuerzo como lo hacen miles de familias de Trujillo y del todo el Perú se puede mejorar, vivimos entre dos mundos, entre colegios privados de alta calidad y tasas de analfabetismo hasta de un 20%, aunque según Gabriel Díaz, político mexicano, la pobreza es económica, la desigualdad es social y política. La desigualdad política nació con el Estado, la vida sedentaria y la agricultura hace unos diez milenios. La desigualdad social viene de más lejos: de la vida animal, y en la democracia moderna se cultiva con pasión.

Quizás tenga razón como muchos cultos, que tratan de poner conceptos y definiciones a algo, pero es difícil definir la pobreza en su plenitud, si es que no la hemos vivido en carne propia, no se puede determinar un culpable de este problema social, es mejor ayudar y solidarizarnos y no ser indiferentes ante la realidad de nuestro país.